martes, 24 de junio de 2014

Contar por encargo




En estos días, vamos cerrando el trabajo del curso escolar y abriendo el del verano. Este año voy a tener la suerte de tener entre ambos una parada, un paréntesis en la Escuela de Verano de Aeda, (la asociación profesional de narradores) que espero sea muy fructífera para reflexionar y aportar ideas nuevas a nuestro quehacer.

Sin duda lo hará porque ya sólo reflexionando sobre qué taller elegir ha surgido la idea para esta entrada. Virginia Imáz impartirá esos días un taller sobre la oralización de los cuentos y sus dificultades que me ha llevado a pensar en el entrenamiento que contar por encargo da en este sentido. 

Contar por encargo

Llamo contar por encargo a aquellas ocasiones en que los cuentos que tengo que contar ya me vienen dados por quien organiza la sesión: una editorial, algún autor, una fundación o ong...
La principal dificultad de contar por encargo es que se rompe la primera premisa que transmito a mis alumnos cuando hacen la pregunta ¿Qué contar?. Esto es: contar un cuento que nos guste mucho.
A lo largo de mis casi 20 años dedicada a la narración oral he tenido que contar por encargo en muchas ocasiones. En mis comienzos, en Argentina, un trabajo continuado con Ediciones B me dio de comer muchos meses. Aquí hice una promoción de un libro (cuyo nombre no consigo acordarme) por diferentes ciudades Argentinas vestida de bruja y haciendo un personaje... por suerte, no quedan fotos de esto. Además hice todo un ciclo en librerías de centros comerciales sobre Pesadillas de R.L. Stine... dado el valor literario de lo que tenía que contar, no lloré mucho cuando este trabajo se terminó.
Después de esto, mis trabajos por encargo se redujeron mucho: algunas colaboraciones en presentaciones de libros, alguna participación con Anaya en el Salón del libro infantil y juvenil y poco más. Hasta llegar a la propuesta de Fundación Telefónica.


Cuentos tecnológicos

En enero de 2013, me contactó la Fundación Telefónica para realizar 10 sesiones los domingos por la mañana dentro del marco de su exposición de historia de la tecnología. La sesión dura, como mucho, media hora y después los asistentes pueden hacer una visita guiada a la exposición. Toda la actividad es gratuita.
Hay que decir que los cuentos son muy buenos y están escritos por autores de prestigio que tenían que escribir sobre algún objeto presente en la exposición. Esto ya, de por sí, produce textos complicados: escribir sobre un telégrafo, un teléfono rojo o incluso un cable submarino, imagino que no  ha debido de ser nada fácil.
En principio me pareció un trabajo difícil e interesante, un reto después de tanto tiempo de contar por encargo pero no pensé que iba a ser una experiencia tan motivadora.


Forma de trabajo

En un primer momento, con dos de mis colaboradores Ángel Abasolo y Gustavo del Rio leímos todos los cuentos y anotamos algunas cuestiones generales sobre cómo 'meterles mano'. El primer año, la mitad de los cuentos los realizaron mis compañeros pero el programa se amplió y desde octubre hasta junio me ocupé yo de casi todas las sesiones.
Preparar un cuento a la semana es un trabajo un poco estresante. Para mí no era tiempo suficiente y sin embargo era lo que hacía falta hacer. Preparar dos textos a la vez no me resultaba cómodo porque no me permitía concentrarme en el cuento.
Mi forma de trabajo se basa en la imagen. Trato de 'ver el cuento', de hacerlo propio, de que pase ante mí como si hubiera visto una película. Una forma de trabajo que aprendí en el taller de Marta Lorente, al que asistí durante años. Así que muchas veces estoy trabajando, pero no se nota: en el coche, en la duermevela del despertar, en mitad de la noche durmiendo a mi hijo pequeño... el cuento volvía a mí, casi que me asaltaba, y yo repasaba algunas de sus partes.
Hace poco, en el colegio de mi hijo mayor, hicieron un proyecto sobre las profesiones y yo fui a hablarles de la nuestra. A sus compañeros de 5 años no les parecía una profesión tan rara. En parte porque habían trabajado con el libro 'Qué será de ti' de Aleksandra y Daniel Mizielinscy (Zorro Rojo) y en parte porque muchos asisten a las sesiones de cuentos de la biblioteca y porque también habían venido a la formación de usuarios que hacemos en las bibliotecas de Rivas.
El caso es que entre las preguntas, una de las profes me preguntó si ensayaba frente al espejo. Me hizo gracia, y me pareció lógica la pregunta pero nada más lejos de mi forma de trabajar. Para mí lo que más funciona es ir diciendo el texto, pensando el cuento mientras hago otra cosa, mayormente recoger la casa... puede parecer poco profesional o desordenado (mi casa normalmente lo está) pero después de años de trabajo esto es lo que más funciona para mí.
Así, en el caso de Telefónica, preparar el cuento se convirtió en parte de mi rutina personal de la semana.
El lunes recuperaba el cuento y lo leía. Después dedicaba un buen rato a ir pensando en la estructura, las imágenes y detectaba los problemas para la oralización: suspenses rotos por la estructura, diálogos muy largos, descripciones que no dejaban paso a las acciones, muchas primeras personas (la primera persona estaba presente en muchos de los cuentos y no es la voz más cómoda para la narración, que es la tercera. Sobre todo si el que habla es un teletipo o una centralita manual)
El martes trataba de repasar el cuento mentalmente volviendo al papel sólo en ocasiones puntuales. En mi caso tengo bastante memoria para los cuentos, y en ocasiones leerlo mucho hace que me aprenda el texto literario y que me 'apegue' a ciertas frases que pueden ser estupendas pero que no son buenas para la narración oral.
El miércoles empezaba a decir el texto. Mi tendencia natural es a trabajarlo sólo mentalmente, pero me di cuenta después de la primera sesión, que no tenía tiempo para esto, que necesitaba haberlo hecho voz cuántas más veces mejor para ir limando transiciones, diálogos...
El jueves seguía con el texto en voz alta y el viernes hacía un ensayo con Gustavo del Río. En esa pasada me hacía una devolución que trabajaba durante el viernes y el sábado, para tenerlo listo el domingo a las 11.30 de la mañana.
Suena a mucho trabajo, y de verdad que lo es pero realizado de forma constante durante todo el curso me ha dado un entrenamiento que ha sido muy bueno, he incorporado nuevas estrategias y una intuición más rápida al ver qué cambios necesitan los textos.
En un aspecto más personal, más íntimo, también tengo que confesar que preparar tantos cuentos me ha sentado muy bien. El tener una ficción de la que ocuparse en la cabeza durante todo el tiempo ha hecho mucho más llevadero ese difícil equilibrio entre 'el peso de la existencia' y 'la insoportable levedad del ser'. Este trabajo que comenzó siendo un trabajo 'por encargo' se ha convertido en una pieza central no sólo de mi actividad  laboral sino también de mi vida.

Los cuentos completos se pueden leer en la página de la Fundación.


1 comentario:

  1. Puesto que no soy profesional de la narración, solo cliente, me ha resultado muy interesante conocer de forma tan amena, tu metodología de trabajo para los cuentos por encargo. Ha sido muy enriquecedor.
    Por otra parte, he anotado la referencia para un nuevo cuento para mi hija, Qué será de ti.
    Muchas gracias Estrella, buen artículo

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